UNO DE LOS NUESTROS.
Hay mañanas tan heladas que pueden congelarte hasta el alma, y hoy ha sido una de ellas. No han sido necesarias toneladas de nieve para que ello ocurra, solo han bastado tres palabras a través del teléfono:”Colme ha muerto”. Si amigos, el veterano incansable, el corredor amable y sencillo alejado del elitismo de otros populares, el corredor que siempre corría de menos a más, de atrás hacia delante, con su pañuelo en la cabeza y sus gafas de sol, nos dejó ayer a causa de un infarto sufrido en su casa. Escribo estas palabras y no me lo acabo de creer, no él no. Estas navidades le felicité en su peculiar dirección de correo electrónico: correquevienecolme@hotmail.com . Había levantado un poco el pie del acelerador por una periostitis, pero se estaba recuperando; en verano corríamos en Benidorm a las siete de la mañana y se adaptaba al ritmo de los que corríamos menos, el grupo del amanecer: Colme, Gracia, nuestro amigo de Bilbao Joseba y un servidor.
La vida nos depara momentos buenos, momentos malos y momentos terribles, pero esto debe servirnos para darnos cuenta de que mientras hablamos huye envidioso el tiempo y debemos aprovechar la vida sin pensar lo más mínimo en el mañana.
Yo no soy creyente y pienso que todos venimos de lo desconocido, de lo aún no constituido ni ordenado, y volvemos a ello; lo único que cuenta es lo que logramos ordenar y constituir nosotros, entre lo uno y lo otro, en una vida fugazmente frágil. Colme, donde quiera que hayas llegado tras cruzar ayer la meta, no pares, no te quites el dorsal y espéranos a los que vamos más lentos.
Emilio.
Hay mañanas tan heladas que pueden congelarte hasta el alma, y hoy ha sido una de ellas. No han sido necesarias toneladas de nieve para que ello ocurra, solo han bastado tres palabras a través del teléfono:”Colme ha muerto”. Si amigos, el veterano incansable, el corredor amable y sencillo alejado del elitismo de otros populares, el corredor que siempre corría de menos a más, de atrás hacia delante, con su pañuelo en la cabeza y sus gafas de sol, nos dejó ayer a causa de un infarto sufrido en su casa. Escribo estas palabras y no me lo acabo de creer, no él no. Estas navidades le felicité en su peculiar dirección de correo electrónico: correquevienecolme@hotmail.com . Había levantado un poco el pie del acelerador por una periostitis, pero se estaba recuperando; en verano corríamos en Benidorm a las siete de la mañana y se adaptaba al ritmo de los que corríamos menos, el grupo del amanecer: Colme, Gracia, nuestro amigo de Bilbao Joseba y un servidor.
La vida nos depara momentos buenos, momentos malos y momentos terribles, pero esto debe servirnos para darnos cuenta de que mientras hablamos huye envidioso el tiempo y debemos aprovechar la vida sin pensar lo más mínimo en el mañana.
Yo no soy creyente y pienso que todos venimos de lo desconocido, de lo aún no constituido ni ordenado, y volvemos a ello; lo único que cuenta es lo que logramos ordenar y constituir nosotros, entre lo uno y lo otro, en una vida fugazmente frágil. Colme, donde quiera que hayas llegado tras cruzar ayer la meta, no pares, no te quites el dorsal y espéranos a los que vamos más lentos.
Emilio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario